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Prudencia Parte II: Desarrollando la Virtud


Entendemos que la prudencia nos obliga a desarrollar nuestras capacidades intelectuales especialmente en la evaluación de situaciones y la toma de decisiones. La prudencia requiere que usemos nuestro juicio y razonamiento para discernir entre el bien y el mal, el hecho y la opinión, y busquemos seguir la verdad. Pero, ¿cómo logramos esto? En su libro Character Building, David Isaacs explica cómo, para ser prudentes, debemos ser capaces de “medir una situación con precisión, conocer los estándares que deben guiar su juicio y tomar la decisión correcta”. Antes de diseccionar más estos tres puntos, es bueno reconocer cuán temprano en nuestro desarrollo nuestra comprensión y razonamiento están moldeados por nuestras experiencias y las experiencias de quienes nos rodean.


A menudo no vemos que nuestro desarrollo del razonamiento comienza a una edad temprana. De niños, se nos enseña a obedecer a nuestros padres y, a través de los años, a medida que maduramos, nos encontramos con más situaciones en las que se nos da más libertad y responsabilidad para actuar de la manera que creemos que es mejor. Observa el siguiente ejemplo de un niño de cinco años y un adolescente de 15 años. Ambos quieren ayudar a su madre a preparar la cena, sin embargo, al niño de cinco años no se le permite estar solo alrededor de la estufa ni remover nada caliente, mientras que al de 15 años se le permite mover las ollas y sartenes calientes. encienda la estufa y realice muchas otras tareas. ¿Por qué uno obtiene más libertad que el otro? Porque el de 15 años tiene más experiencia que el de cinco y se le pueden dar más responsabilidades. Ya le han enseñado que la estufa es algo que puede ser peligroso y requiere un cierto nivel de precaución. Probablemente ya se haya quemado por accidente varias veces, mientras que la niña de cinco años acaba de comenzar a observar cómo usar una estufa. La madre puede permitir que el niño de 15 años realice tareas más elaboradas que el de 5 porque puede confiar en que usará su propio juicio y razonamiento al realizar ciertas acciones que le ayudarán a decidir qué es lo mejor y curso de acción más seguro cuando se trabaja con una estufa caliente. Aprendemos a razonar a una edad temprana en base a las cosas que nos enseñan aquellos con más experiencia en la vida. A medida que crecemos y tenemos nuestras propias experiencias, también aprendemos a razonar de una mejor manera que nos permite tomar decisiones racionales y prudentes en lugar de decisiones sin juicio alguno. Es importante recordar que no importa la edad que tengamos, siempre habrá quien sepa más que nosotros sobre cosas específicas. Debemos recordar tener la mente abierta no solo para escuchar, sino también para buscar la ayuda de aquellos que poseen más sabiduría que nosotros.


Una persona prudente es aquella que reconoce que no tiene las respuestas para todo, ni sabe hacer todo. Comprender esto permite que el primer paso para evaluar una situación se realice no solo con un corazón humilde, sino también para evaluar la situación de la manera más realista posible. Debemos estar dispuestos a ver que no poseemos toda la verdad de una situación. Si nos permitimos creer que no hay necesidad de cuestionar nuestra propia evaluación, indiscutiblemente estamos cerrando nuestras mentes y corazones para evaluar un problema de la manera más responsable y realista posible. Estamos permitiendo que nuestro propio ego y orgullo controlen nuestro mejor juicio. No necesitamos subestimar nuestro propio juicio, pero debemos reconocer nuestras propias limitaciones y mirar las cosas objetivamente. Este es quizás uno de los mayores problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad. A menudo miramos las cosas de una manera muy en blanco y negro, lo que hace que no busquemos más información sobre lo que nos encontramos. Esto sucede mucho cuando nos apresuramos a juzgar a una persona sin buscar conocer y comprender los razonamientos de las personas detrás de por qué viven o piensan de cierta manera. Solo vemos o escuchamos parte de la historia y, a menudo, esto conduce no solo a información errónea sino también a suposiciones. Tal vez pensamos que entendemos por lo que alguien está pasando o creemos que las decisiones de los demás están mal porque no es lo que haríamos. Somos rápidos para formar nuestras propias opiniones sobre los demás sin estar dispuestos a esforzarnos en buscar la verdad detrás de las decisiones, creencias o circunstancias de otras personas. Si estamos dispuestos a aceptar que tenemos limitaciones, entonces podremos ver las cosas con la mayor cantidad de claridad y objetividad posible.


Para evaluar adecuadamente una situación debemos ser capaces de; observar y escuchar, distinguir entre hecho y opinión, distinguir entre lo importante y lo secundario, buscar información de una fuente confiable, pensar críticamente y revisar información dudosa. Al hacer todo esto, nos permitimos juzgar una situación correctamente de acuerdo con los estándares que nos guían para buscar el bien en cualquier cosa que encontremos.


David Isaacs explica que saber juzgar requiere establecer estándares adecuados que nos permitan evaluar la situación a la luz de esos estándares. Debido a que cada situación que encontramos es única, debemos juzgar cada una por separado, con sus propios criterios separados. No puede utilizar el mismo criterio para decidir pagar un costoso viaje al extranjero que lo haría para pagar una cirugía necesaria que debe haberse realizado. Ambas son circunstancias completamente diferentes que requieren el pago de una gran cantidad de dinero. Uno es un lujo y el otro un trámite necesario. Las razones utilizadas para no pagar un viaje costoso no pueden ser las mismas razones para no pagar una cirugía que es necesaria para su salud. Es por esto que evaluar una situación es tan crítico porque nos permite formar los estándares que nos guiarán para tomar la mejor decisión posible con base en los criterios de esa situación en particular y no en los criterios de otra. Identificar qué estándares usar proviene de nuestras propias experiencias, la guía de otros y nuestra propia evaluación del problema que estamos abordando. En última instancia, tenemos que aprender a establecer diferentes estándares o "reglas" para diferentes circunstancias a fin de tomar una decisión adecuada.


Finalmente, para tomar una decisión, uno tiene que tener en cuenta toda la información que ha evaluado y, a través de su propia forma de juicio, darse cuenta de la decisión que debe tomar y cuándo es el mejor momento para actuar. También hay que ver las consecuencias que pueden derivarse de tomar esa decisión. Comprender que podría haber diferentes resultados posibles está en sintonía con la evaluación de la situación y uno debe estar dispuesto a asumir la responsabilidad de cualquier resultado que pueda surgir de ese curso de acción. Después de todo, somos humanos y, si bien podemos hacer todo lo posible para tomar decisiones de la manera más sabia y prudente posible, a veces no funcionan. Pero la prudencia también consiste en poder corregir nuestros errores. Así como reconocemos nuestros límites al recopilar información para evaluar una situación, también debemos reconocer nuestras deficiencias y permitir que esas deficiencias nos ayuden a aprender a tomar decisiones más sabias en el futuro. Aprendemos de nuestros errores, y aprendiendo es cómo podemos tomar decisiones que permitan una mejor forma de juicio que se ha obtenido a través de nuestra propia experiencia.

El paso más difícil para volverse prudente es recopilar la información que necesitamos para formular nuestro propio juicio. Esto requiere no solo esfuerzo, sino una mente abierta y un corazón humilde. A veces, uno podrá actuar de inmediato porque tiene la información que necesita para tomar una decisión. Otras veces necesitan más tiempo para investigar y analizar antes de tomar una decisión final. De cualquier manera, ser prudente requiere buscar orientación y estar constantemente buscando consejos e información precisa para formar su propio juicio basado en estándares que lo guiarán a tomar una decisión que se base en la verdad y busque hacer lo correcto en el ojos de Dios.



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