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La virtud de la maternidad



Cuando a menudo escuchamos la palabra “maternidad”, pensamos en nuestras madres o en nuestro propio papel como uno solo. Pensamos en el arduo trabajo que implica este rol o la belleza que se encuentra dentro de la posición. Pero, ¿consideramos alguna vez las virtudes que vienen con la maternidad? Podríamos mirar el nivel superficial de esas virtudes, pero nunca examinar completamente la verdad oculta que se encuentra debajo de uno de los mejores trabajos que la vida tiene para ofrecer. La verdad es que la maternidad depende de las virtudes, sin ellas el título no tiene verdadero significado.


Ser madre no viene simplemente del acto de dar a luz a un niño. La maternidad no es solo un título, es una vocación que requiere dedicación y compromiso 24/7. En su sentido más verdadero, ser madre es decir sí al llamado de criar a un hijo por amor, de asumir el papel de cuidar y proteger a sus propios hijos. Una madre es una gran influencia en sus hijos, ya que ayuda a formar sus valores, carácter y moral. Es educadora primaria desde el nacimiento hasta la edad adulta, e incluso mucho después de haber dejado el nido. Una madre acepta a sus hijos por lo que son con amor incondicional y antepone sus necesidades y deseos a los de sus hijos. Ser madre requiere sacrificio, y el sacrificio es amor. Sin esto, ser madre no tiene sentido. Debemos recordar que ser madre es un regalo de Dios, y con ese regalo viene la responsabilidad.


No todas las personas están llamadas a ser madres y no todas las que son madres están destinadas a serlo. Hemos escuchado historias de mujeres que abandonan a sus hijos o buscan la salida fácil de la responsabilidad que conlleva ser llamada “mamá”. La maternidad es un trabajo de tiempo completo, un compromiso que asumimos para asumir el que quizás sea el papel más importante que cualquier mujer puede aportar a la sociedad. Es decir sí a las trasnochadas y las madrugadas, a la congestión nasal ya los dolores de llanto, a las rabietas y las travesuras. ¿Por qué alguien en su sano juicio se sometería a eso? Porque con el mayor sacrificio y trabajo duro viene la mayor recompensa, uno de los amores más puros que experimentaremos en la Tierra. Entonces sí, la maternidad no es para todos, pero sí para cualquiera que esté dispuesta a asumir el rol que requiere entregarse por completo para poder experimentar uno de los mayores regalos que Dios nos ofrece.


Ser madre no es solo realizar las tareas, sino buscar realizar esas tareas con un corazón lleno y amoroso. Por eso la maternidad se apoya en las virtudes, pues sin ellas se hace sumamente difícil llevar a cabo las responsabilidades, los sacrificios y las penalidades que conlleva el trabajo. Virtudes como la paciencia, la sabiduría y la fortaleza son algunas de las herramientas que utilizamos para realizar la tarea a la que hemos dicho que sí. Pero quizás la mayor virtud en la que se basa la maternidad es la caridad. Sin caridad, la maternidad pierde su verdadero significado y se vuelve aún más difícil de realizar. La caridad es tan grande, que todas las demás virtudes dependen de ella. La caridad es una de las cosas que le permite a una mujer ser madre porque es una gracia que nos da Dios.


La caridad es la virtud sobrenatural por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas, y amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Es cuando la vida de otra persona se vuelve una prioridad para nosotros, así como nuestro cónyuge e hijos se vuelven nuestra prioridad. Con la caridad buscamos servir y ayudar a los demás, sin buscar nada a cambio. La caridad es bondad y sacrificio, que es también lo que permite amar porque el amor exige el sacrificio de uno mismo y de lo que uno quiere. Es por eso que a menudo escuchamos que el amor es caridad y eso se debe a que no se puede tener uno sin el otro. No puedes amar a alguien si lo único que te importa es ti mismo, o todas tus acciones buscan solo cosas que te beneficiarán. El amor no es egoísta, es desinteresado.


Por eso la caridad es quizás la mayor virtud de la maternidad. Porque una verdadera madre se entregará completamente por el bien de sus hijos. Ella hace esto sin buscar nada a cambio, solo su felicidad y bienestar. Una mujer que da tan libremente de sí misma a través de sus acciones, palabras y sacrificio no solo está siendo caritativa con sus hijos, sino que les está mostrando amor. Este amor es un reflejo del amor que compartimos como hijos de Dios, que es el amor más puro que existe. Es por eso que la maternidad es un gran regalo porque podemos experimentar de primera mano cómo se siente ese amor con nuestros propios hijos y tener una idea de lo que está por venir. En definitiva, al reflexionar sobre cuál es el verdadero significado de la maternidad, debemos recordar que es un don que nos llega con una enorme responsabilidad donde una madre se entrega incondicionalmente y lo hace haciendo uso de las virtudes que le son otorgadas para para realizar el trabajo lo mejor que pueda. Y cuando haga esto, cuando comprenda y practique las virtudes de la maternidad, experimentará la mayor alegría y felicidad que hay, la verdadera alegría de ser Mamá.

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